Aprender a interpretar la realidad, desarrollar un espíritu crítico y adquirir conocimientos filosóficos son las principales funciones de las competencias filosóficas en el Bachillerato "y que probablemente constituyen el patrimonio al que no puede renunciar la educación filosófica de cualquier momento y de cualquier lugar", dijo el Dr. Francisco Castilla Urbano durante el Foro Internacional: El Foro Internacional: El papel de las competencias filosóficas en la Educación Media Superior.

Durante la Conferencia Magistral "Cambios y Enfoques de la Filosofía en el Bachillerato. La filosofía en la Educación Media Superior", el Dr. Francisco Castilla Urbano, de la Universidad de Alcalá en España, explicó que las competencias son una serie de conocimientos, habilidades, aptitudes, procedimientos y valores que capacitan al alumno para llevar a cabo determinadas actividades.

Agregó que es relevante que los docentes, sin importar su formación, comprendan el tipo de grupo al que atienden, que son los jóvenes de 15 a 19 años.

Asimismo, destacó que dichas competencias filosóficas "no se reducen a mera teoría, sino que además de conocimientos conceptuales incluye también habilidades, lingüísticas, sociales, procedimentales, actitudes, curiosidad, apertura, nuevas realidades, predisposición al diálogo, respeto, tolerancia, consideración del otro, entre otras".

En cuanto a la impartición de dicha disciplina en el Bachillerato, puntualizó que el docente debería ser capaz de encontrar un equilibrio en el aula entre teoría y práctica que propiciara la adquisición de la capacidad crítica y la asimilación de los contenidos.

El académico aseguró que "la transmisión de conocimientos no puede ser la exposición de un cúmulo de verdades establecidas por unos pensadores a lo largo del tiempo, sino que debe ser en el protagonismo de unas preguntas y de unos problemas abordados en distintas épocas de la historia y para los que esos pensadores han planteado unas soluciones que no son nunca definitivas ni indiscutibles".

Castilla Urbano, destacó la importancia de que en un mundo de extraordinaria complejidad y de incertidumbre creciente, hay que educar también, tal vez sobre todo, para una adaptación continua a las nuevas realidades.